¿Chilena o ‘Chalaca’? La historia globalizada de una acrobacia perfecta

Jugador hace una chilena

Por Marcelo Furlán

El fútbol, como el lenguaje, evoluciona. Sin embargo, no evolucionan juntos ni a la misma velocidad. A lo largo de mi carrera profesional en medios deportivos nunca dejé de admirar la voluntad de reivindicación del pueblo peruano ante la osadía de llamar ‘chilena’ a lo que los ingleses conocen simplemente como ‘bycicle kick’, y los mortales hispanos no-peruanos, como chilena.

Para todo Perú resulta una ofensa referirse de esa forma a la pirueta más linda del fútbol, surgida en el gran puerto de Callao. Ya lo afirmaba en su momento Mario Vargas Llosa en su obra La Ciudad y los Perros: «Sólo los chalacos manejan las patas como se debe, mejor que las manos, ellos deben haber inventado la ‘chalaca’, porque no es fácil, no cualquiera levanta las dos patas a la vez y las planta en la cara del enemigo».

Vargas Llosa, sin una confirmación oficial que se lo asegurara, se refería a esta jugada con las dudas y la ingenuidad de quien inaugura la nueva narrativa latinoamericana en plena década de los 60. Sin embargo, sesenta años después sabemos algo que está muy bien documentado por los historiadores del fútbol: el primer nombre que recibió la acrobacia fue ‘el tiro de Chalaca’.

Desafortunadamente, como le sucedió a The Top Notes y a The Isley Brothers con el éxito de The Beatles Twist and Shout, no todos recuerdan al primero sino al que se hace famoso.

No todos recuerdan al primero sino al que se hace famoso.

Según relatan los historiadores, cuando a finales del siglo XIX los barcos ingleses atracaban en los puertos peruanos y chilenos, los británicos jugaban al fútbol con los locales, de donde se cree que en alguna parte, entre Callao y Valparaíso, los afroperuanos habrían inventado esta forma de disparar al arco.

Sin embargo, no fue hasta ya avanzado el siglo XX, entre los 1910 y 1920, que Ramón Unzaga, quien, curiosamente y para agregar más pimienta a la cacerola, era un español (¡y vasco!) que emigró a Chile a los 12 años, realizó la pirueta en varias ocasiones durante la Copa América de 1916 y 1920, tras lo cual la prensa argentina (vaya a ver usted en dónde conseguimos más nacionalidades para hacer más jugoso este relato) bautizó la jugada como ‘chilena’.

Posteriormente, en una gira por España en 1927, el delantero chileno, fundador y mártir de Colo-Colo, David Arellano, consumó la conquista dispersando el nombre de la jugada por todo Europa al realizar el disparo junto con otras acrobacias totalmente desconocidas para el público del Viejo Continente. Sin embargo, la desgracia caería sobre Arellano, puesto que nunca regresó a su Chile natal. En uno de sus duelos de exhibición en Valladolid, tras chocar con un rival adquirió una peritonitis aguda y murió en una clínica ibérica sin enterarse del extenso legado que dejó para la posteridad. Cien años después de aquella desgracia, Colo-Colo aún lleva una franja negra sobre su escudo en todos sus partidos en honor al gran difusor de la ‘chilena’. Pero volvamos a lo nuestro, que es la pirueta.

No tardó en extenderse su uso, y en la segunda mitad del siglo XX fue Pelé quien se encargó de popularizar la jugada al descubrir una de las vanidades más útiles del balompié: la chilena más que un lujo es un recurso. Y ahora, es global. Al Perú, con todo el respeto que siento por la historia que les acabo de contar, no le quedará más que aceptar que la RAE ya reconoce que la palabra ‘chilena’ es una jugada de fútbol, y ‘chalaca’ sigue siendo solo un gentilicio de Callao. Si me permiten el improperio, ‘chilena’ no es gentilicio de Chile, sino del fútbol, porque le pertenece.

Ya tuvo su revancha el pueblo peruano en la Copa América de 1975 en el duelo contra Chile en el que venció por 3 a 1 a sus vecinos y se clasificó a semifinales de forma invicta. Fue Juan Carlos Oblitas, lateral de aquella selección memorable de Teófilo Cubillas que en el ’78 metería en serios problemas a la Argentina campeona del mundo, quien al minuto 39 sentenció el duelo contra La Roja con un remate que se gritó desde Lima hasta Callao. La clavó de zurda. Ese día sí, la clavó de ‘chalaca’.

Juan Carlos Oblitas celebrando gol ante la selección chilena.

Nota adicional: escribí esta nota el día en que Wayne Rooney anunció su retiro del fútbol y no pude evitar recordar aquella chilena en el Derby contra el Manchester City. Estuve observando una tras otra las repeticiones de varias chilenas y admirando la ejecución de la acrobacia hasta que me topé con el asombroso gol de Cristiano Ronaldo en campo de la Juventus. El narrador, envuelto por la emoción, relataba la jugada con la pasión característica de su profesión, mientras que el comentarista mexicano, después de soltar un par de elogios para el crack, soltó la frase: «recordando a Hugo Sánchez». Solté un suspiro y pensé: la que se arma si te escucha un peruano… o un chileno.

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